Paginas de mi Moleskine

Cuando hay movimientos (empresariales) colaterales, todo el mundo te mira con cara rara. Una primera etapa de tratar de entender. Después, con cara de alegría, por el esfuerzo (y la sensación de éxito) que supone haberte entendido. Y finalmente, con expresión de sobrado: ¿y para esto tanto?, piensan, los jodíos. En fin.

Pues sí, joder. Cambiar las cosas cuesta. Mucho. Sobretodo porque el esfuerzo de hacer empezar a girar una rueda es infinitamente superior a la que se necesita para mantener el movimiento.

Aun así, estoy contento. Parece ser que hemos encontrado una bonita opción de oficina. Que me gusta y me ilusiona. Y parece ser que los proyectos que se situan (ya un poco amontonados) encima de mi mesa son, cuanto menos, interesantes a la par que divertidos. Y que me he asegurado que estoy lo suficientemente céntrico para que la gente suba a cogerme de los pelos para ir a tomar unas cañas (o hacer unas pesillas). : )