Paginas de mi Moleskine

Ayer estuve en los Premios As del Deporte. Estaba todo quisqui: buena parte de mi compañía, la compañía de los as & prisa, los deportistas famosos y sus compañías... vamos, que nadie estaba sólo. Tanto es así, que se me ocurrió llevar a CP. Lo gracioso era que nos enterábamos poco de quién se sentaba a nuestra vera... por lo que decidimos googlear los nombres que oíamos en rumorcillos (el móvil de cp, que es muy moderno, trae Internet, cámara y creo que ducha, pero aun no hemos descubierto la combinación para el agua caliente). Delante se nos sentó un tal Sergio Ramos y otros del Madrid. Fue bastante gracioso cuando se levantaron para hacer sitio a Iker casillas. Pero en el fondo a mi me daba todo un poco igual... lo que me impactó fue ver a Paulina Rubio cantar. Bueno, cantar cantar, lo que se dice cantar, no cantó. Porque desafinó bastante. Tanto es así, que su par de temas me reconciliaron, emocionalmente hablando, con los expulsados de las galas O.T. 1 a 9... incluso gala 10, fíjate lo que te digo.

Entendí entonces porque Paulina es una diva, la diosa Pau (para buena parte de latinoamerica y otro cacho mari_europeo): porque no importa que berree. Qué mas da! Ella estuvo fantástica delante de un micrófono dorado mientras dejaba resbalar notas de su garganta... como el que deja hacer lo mismo con ron. Hablando de ron, había tanta gente guapa, que estaba hasta mi amiga Carrie que se había traído sus fantásticas piernas entaconadas y una amiga, también bastante fantástica, por cierto :) Tanto glamour no pudo con nosotros, y cual infantes españoles, nos escabullimos a eso de las once de la noche... antes de que el reloj de la puerta del sol nos convirtiera en calabazas y los zapatos nos apretaran los pies.

Como si fuera el ultimo producto de BlancoyNegro, la thermomix llega a nuestra vida en un momento convulso. Agitado fundamentalmente por el caracter interno de cierta revoltura corporal provocada por algo que se ceno-tomó-bebio por CP y servidor la noche del viernes. El caso es que en un estado de incomodidad corporal... o cese temporal de la estabilidad gastrica, mas bien, vino una señora pertrechada del aparato y nos hizo en un pispas un pescado en papillot con guarnicion de patatas y guisantes y pisto, plus masa para pizza y un sorbete de fruta variada.

Lo que mas me gusta del aparato es el tema kit: el de cocer cosas al vapor, el de arroz, el de cocer cosas encima de la cosas al vapor, la tapa, la contratapa y el peso. Cuando colocas la ultima sección casi que me tengo que poner de puntillas porque no llegaba.

Claket y la Mamma merendaron el domingo unas estupendos muffins (que son magdalenas americanas porque estan como más altas y espigadas) fruto de esta nueva etapa de ArguiñaRana que atravieso. Un caso digno, totalmente. de aparecer en Cuarto Milenio.

Ayer nos fuimos a la cama sin ver Superpilingui. Esta rarez de lunes fue porque CP quería levantarse temprano, y con ojitos de peluche abandonado, me pidió que nos fuéramos pronto a la cama. Total, que cogí el libro de Harry, que tenía algo abandonado, (pag 121) y me dispuse a dejar que el sueño me venciera. ¡JA! ¡Mecagoentó de la rowling de los cojones! HE DICHO!

A eso de la pagina 245 me descubrí enroscado, literalmente, a las piernas de CP, exactamente en el medio de la cama, algo cagadillo de miedo. A la altura de la 300 ya oía ruídos por la casa y empujé, levemente, a CP con una peticioncilla con voz de sirena travesti uliseica, de "¿no tienes sed? ¿Igual tienes sed? Es que la ensalda tenía exceso de sal.. uff, que sed. Anda, ves a por agüita... y de paso echa la llave de la puerta". A las 3 y cuarto de la mañana no podía más, y me hice una trinchera con las almohadas de sobra y el cuerpo-tronco de CP en ese momento (cuando se duerme, se duerme).

Y lo peor es que ya se como acaba el libro: no pude soportar la presión del spoiler. Pero... y esto sé que será criticado... mira que me está gustando...

El fin de semana en La Charca me ha dado la oportunidad de pasar revista las ultimas adquisiciones de lamparas, estanterías, hornos de pan y otras cosas típicas de casas sitas en charcas. Todas vienen de casa de mi abuelo: esos palacetes de pueblo, con solera prestancia, que han dado paso a edificetes de proto-ciudad, con mucho hormigon y algo de marmol, primeras calidades y plaza de garaje.

De la casa salió una ingente cantidad de basura dispuesta a la hoguera, que papi&mami rani recogieron, en silencio (sobretodo por sus hermanos, los tíos ranos, que en estas ocasiones puede haber suspicacias hasta por la sarten picada).

Gracias al Frota aquí, echa producto allá, este post lo escribo desde una mesa de una incontable cantidad de años. Paso la mano por la madera y las volutas me cuentan historias de examenes, vidas y otros cuentos. No lo puedo negar: me gusta la sensación. Y pasear por la casa llena de recuerdos pasados me hace pensar futuros próximos.

Sin duda un rollo tremendo pensar qué te pones por la mañana. Envidio a esa gente que sabe la noche antes qué llevar y lo saca y todo para vestirse rápido al día siguiente. No soy de esos, la verdad.

Es más, cada otoño tengo "un rollo" diferente. El año pasado me dio por corbatita_jersey_chaquetainformal. Tan de escaparates este año. Y éste me ha dado por gorritas. En plan clase obrera años veinte. Las ladeo un poquito. Así, como si fuera un dejao en la cabeza sin ton ni son... que me cuesta unos diez minutejos conseguirlo. Cuando vengo a la ofi, con los cascos, desfilando por la gran vía, mi particular pasarela, noto que la gente me mira: no sé si es porque pongo cara de superpilingui, porque voy adelantado una o dos temporadas de la moda pijo-que-va-a-trabajar o porque llevo la bragueta abierta.

Al llegar el otro dia a la ofi, uno de los muppets creativos que tenemos me preguntó que exactamente exactamente, cuál era mi rollo. En fin, pensé, para mis adentros... me preguntará por si estoy apuntado a una tribu urbana que me envía una newsletter de qué me tengo que poner... Al muppet le miré con algo mix entre desprecio y condescendencia y le solté un el rollo es mi rollo propio que me gustó bastante, la verdad.

Era para ocho personas. De una forma romboidal, de esos formatos que La Oca, cuando era lo más moderno de Madrid y no una tienda más que visitar el domingo de Latina y cañitas en El Rastro, sacaba en el catálogo. Y un día, hace ocho años, desapareció. Sin mucho más que decir, CP me comunicó que la mesa la había vendido y que había comprado una más adecuada: una pequeñérrima mesa metalizada, que a mi me recordaba un poco a las de bar. La cosa era divertida hasta que nos dimos cuenta, cinco minutos después, que los platos que teníamos, de esos muy anchos de restaurante con pretensiones culinarias y sobretodo engordantes del precio, no entraban bien. Ni que decir tiene que los vasos casi que tampoco, y el pan el agua y la ensalada esperaban, pacientes siempre, en el suelo. Apenas seis meses de acogida fue el periodo que compartimos con la mesa plateada. Una tarde, al volver del trabajo, ya no estaba.

Estoy buscando, era la respuesta que tenía cuando preguntaba por una mesita. Paciencia, pensaba yo. Pensaba él. Y siete años después (y algún que otro divorcio) tenemos mesa nueva. De cuatro. Caben seis, pero tienen que ser familia. El efecto ha sido como de motor de ignición, o efecto dominó. En dos semanas han llegado copas, vasos y manteles. Igualito que si fuera una neo-nata-niña: jueguetes y vestiditos nuevos. Esto de Italia, aquello de Turquía, lo otro de nuevayol. Y como los niños recien llegados de las casas bien, todo se hace en y con esta mesa. Por lo pronto, este post. :)