Paginas de mi Moleskine

Ayer, por arte de birlibirloque, terminé en una reunión de empresarios de esto de internet. Tengo una página, decían. Tengo una idea y busco fondos, otros. Yo un par de malas experiencias, pero en la que estoy trabajando ahora, me forro. Nos tuvimos que presentar, y al lado de fundadores de páginas de contacto y expertos en programacion de hachetemelequiselecuesequixeleemele (y ele arsa que toma!) me salió un soyconsultor muy como de hombre. Ya sabeis: esa voz mía de las descolgar el teléfono, que sitúa mis cuerdas vocales a la altura del tobillo, de manera que un ligero rever y profundidad de cueva cavernícola aparecen cuando mi voz abandona la garganta. Un primor, oyes.

Durante segundos, flipé en el frikismo sin par. Pensé en las horas de soledad frente a un ordenador, messengers echando humo y tropecientos perfiles para según que cosas: mucho pirata informático: como si aquello fuera el-barco-del-capitán-garfio.com . Cuánto friki, pensé. Cuánto. Aquello, por segundos, se empezó a parecer al bar de La Guerra de las Galaxias. Y antes de salir, me di cuenta que aquellos bichos con trompas por nariz y orejas de elefante, me miraban a mi con cara de extrañeza. Que raro es, pensaban. Sí. Pero parece majo, ¿no? Supongo. No sé. Pero raro, sin duda.

Todo es según desde el punto en que lo miras. Sin duda. Y ayer su cotidianeidad me hizo a mí extraño. Y muy profano en su materia. Se puede poner un "desde aquí, mi apoyo? Venga chicos animo ea ea!?"